En estos días
se ha notado con mucha claridad, las consecuencias de la falta de educación
cívica que tenemos los chilenos. Hay
ejemplos contundentes sobre esta falencia en la formación del ciudadano en una
sociedad democrática como en la que vivimos. Mucha gente se “aprovecha” del
quijotismo de quienes se atreven a ser candidatos, acosándolos con peticiones o
solicitudes que rayan en lo absurdo.
Regalos para un bingo, imprimir
tarjetas para el bingo, pagos de luz, pagos de dividendos, rifas, pagos de
agua, comprar remedios, etc. Y sin un candidato
les dice que no, éste ya tiene un voto
menos. ¿Por qué los ciudadanos no entendemos
que los candidatos o autoridades no
están para eso? En cambio de pedir regalos, pidamos propuestas que apunten al
bien común. Y no sólo es pedirles, hay que “exigirles” propuestas o iniciativas
que vayan en beneficio de la mayoría no importando el color o la idea política. Lamentablemente hoy, la
mayoría de los ciudadanos vota por quien le soluciona “SU” problema personal, un
claro indicio de la sociedad neoliberal en la que vivimos, donde prima lo individual
y donde no hay espacio para lo colectivo.
Es lamentable. Tal vez sean los mismos candidatos o autoridades electos los que
tengan la culpa, porque siempre buscan la solución a lo urgente y no a lo
importante. Es algo parecido al chiste de don Otto cuando sorprendió a su hija
en el sofá del living de su casa haciendo el amor con su pololo, y don Otto para solucionar ese problema, no
encontró nada mejor que vender el sofá. ¡Plop!
La mejor
prueba de lo que afirmo, usted la puede encontrar los días del Concejo
Municipal, ahí podrá ver a muchos ciudadanos esperando que salgan los
concejales o el alcalde para abordarlos y entregar verdaderos pliegos de peticiones. Algunas serán muy
razonables, pero no es la forma. Sería importante que las propias autoridades y candidatos le dijeran a
la gente que eso de “dar” o “regalar” no es parte de la función de ellos o preguntarles si están dispuestos
a trabajar para satisfacer esa necesidad
o falencia que los ciudadanos dan cuenta. En pedir no hay engaño, este adagio no es
verdad en este caso descrito.
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