"Chimbarongo, la ciudad pequeña más grande de Chile" El Mimbre, el corazón de Chimbarongo (Miguel Lira Muñoz)

lunes, 26 de septiembre de 2016

El chiste de don Otto

¿En pedir no hay engaño?
En estos días se ha notado con mucha claridad, las consecuencias de la falta de educación cívica  que tenemos los chilenos. Hay ejemplos contundentes sobre esta falencia en la formación del ciudadano en una sociedad democrática como en la que vivimos. Mucha gente se “aprovecha” del quijotismo de quienes se atreven a ser candidatos, acosándolos con peticiones o solicitudes que rayan en lo absurdo.  Regalos para un bingo,  imprimir tarjetas para el bingo, pagos de luz, pagos de dividendos, rifas, pagos de agua, comprar remedios, etc.  Y sin un candidato les dice que no, éste  ya tiene un voto menos. ¿Por qué  los ciudadanos no entendemos que los candidatos  o autoridades no están para eso? En cambio de pedir regalos, pidamos propuestas que apunten al bien común. Y no sólo es pedirles, hay que “exigirles” propuestas o iniciativas que vayan en beneficio de la mayoría no importando el color  o la idea política. Lamentablemente hoy, la mayoría de los ciudadanos vota por quien le soluciona “SU” problema personal, un claro indicio de la sociedad neoliberal en la que vivimos, donde prima lo individual y donde no hay espacio  para lo colectivo. Es lamentable. Tal vez sean los mismos candidatos o autoridades electos los que tengan la culpa, porque siempre buscan la solución a lo urgente y no a lo importante. Es algo parecido al chiste de don Otto cuando sorprendió a su hija en el sofá del living de su casa haciendo el amor con su pololo,  y don Otto para solucionar ese problema, no encontró nada mejor que vender el sofá. ¡Plop!

La mejor prueba de lo que afirmo, usted la puede encontrar los días del Concejo Municipal, ahí podrá ver a muchos ciudadanos esperando que salgan los concejales o el alcalde para abordarlos y entregar verdaderos  pliegos de peticiones. Algunas serán muy razonables,  pero no es la forma.  Sería importante que las  propias autoridades y candidatos le dijeran a la gente que eso de “dar” o “regalar” no es parte de la  función de ellos o preguntarles si están dispuestos a trabajar para satisfacer  esa necesidad o falencia que los ciudadanos  dan cuenta.  En pedir no hay engaño, este adagio no es verdad en este caso descrito.

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